Gretel Ledo
Abogada, Politóloga y Socióloga. Magister en Relaciones Internacionales Europa- América Latina (Università di Bologna)
La corrupción puede asemejarse a una napa freática contaminada. Apenas se hace una perforación se encuentra la primera capa de agua subterránea. Como tal es la más susceptible a la contaminación antrópica.
Doce años de fagocitación de las arcas públicas, apelación a discursos construidos basados en el bienestar social y la igualdad de oportunidades; todo a costa de retroalimentar un modelo perverso de expoliación estatal.
En ocasiones se requiere de la flagrancia en el delito para impulsar una investigación que venía haciéndose a raíz de las denuncias por enriquecimiento ilícito que datan de varios años atrás. El delito flagrante (del latín flagrare, arder) permite comprobar de manera instantánea el accionar contrario a la ley del delincuente.
Hoy, el ex secretario de Obras Públicas de la Nación (2003-2015), José López, es la clara manifestación de la exacerbación de un sistema nefasto que operaba bajo una mecánica de modelo racional con arreglo a fines en el que se tejía una maraña de poder donde cada pieza jugaba un rol único e irremplazable.
El sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) distingue cuatro tipos de acción social: con arreglo a fines, con arreglo a valores, afectiva y por último la tradicional. La gestión K se movió en las aguas que orientan el accionar de manera racional anteponiendo fines por encima de valores y creencias.
Materialmente son U$S 8,9 millones. Subyace lo inmaterial: un capital simbólico hegemónico desplazado a partir del recambio electoral y resquebrajado al mismo tiempo en la cosmovisión aún activa de miles de políticos y miembros de la sociedad civil que continuaban defendiendo un modelo hoy perimido montado sobre un discurso falaz.
No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale ella (Mateo 15:11). ¿Hasta qué punto las palabras orientan acciones? Hablar no es una simple forma de comunicarse. Hablar es ejercitar poder.
Hoy, el Parlamento del Mercosur se está expresando. El próximo 21 de este mes, en el marco de la XXXIX Sesión Ordinaria a celebrarse en Montevideo, se tratará el pedido de expulsión del cuerpo de José F. López (Parlamentario por Tucumán) por la causal de “falta de decoro” promovido por varios parlamentarios argentinos. La Delegación brasileña apoya la iniciativa. El Reglamento interno del Parlasur estipula:
“Artículo 29. Los procedimientos de pérdida de mandato por actos de falta de decoro serán juzgados por el Plenario.
Artículo 30. El Plenario, por mayoría especial, podrá amonestar a cualquier Parlamentario o Parlamentaria o excluirlo de su seno, por falta de decoro en el ejercicio de sus funciones. El Plenario es el juez exclusivo de la conducta de sus miembros.”
Lamentablemente hoy el Parlasur carece de la institucionalidad suficiente como para funcionar con la libertad necesaria en el ejercicio de sus poderes legiferantes. Aún está pendiente una reforma al Protocolo Constitutivo.
Milagro Sala y ahora López, acusados por corrupción, han pretendido refugiarse en el Parlamento en pos de alcanzar impunidad por los fueros. En octubre de 2015, la Cámara Nacional Electoral anuló las inmunidades parlamentarias de los miembros del cuerpo. La resolución destaca que es un privilegio para el Poder Legislativo (Diputados y Senadores Nacionales), es decir que los atributos no pueden ser ampliados por ley.
Si bien la falta de decoro no requiere sentencia judicial firme, por su naturaleza se trata de un juzgamiento político en pos de resguardar la propia función del Parlasur y su prestigio.
Además de la justicia, la sociedad pide a gritos “basta de prebenda, corrupción, desmanejo de la cosa pública”.
El Plenario tendrá la última palabra para dar su veredicto a los fines de que prospere el pedido de expulsión de López. Los ojos del Mercosur están sobre el caso. Sin duda, es un escándalo para la región. El juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff es un ejemplo de hastío de la ciudadanía.
Si queremos marcar la diferencia y enarbolar la bandera de una nueva historia de transparencia y accountabiliy no podemos eludir este tipo de atropellos que corroen la esencia misma de la calidad democrática.